Ese Adefesio, Patrimonio Cultural?

domingo, 4 de mayo de 2008


En Upata, este pueblo con nombre de mujer ocurren cosas inverosímiles. En su nombre se mezclan leyenda y realidad. Para muchos significa Rosa del bosque, nombre de la hija del cacique Yocoima, quien muere junto Antonio, su amado conquistador español, como resultado de amores contrariados por la tribu. Por su parte, Fray Cesáreo de Amellada historiógrafo Franciscano, dice que es una palabra compuesta de origen Guayano, que se traduce U: mio y PATA lugar o tierra (mi tierra, mi lugar).

Lo cierto es que aquí todo es posible, se observan hermosas casonas coloniales construidas de bahareque (mezcla de barro y paja) con techos de paja o teja y cielos rasos de caña brava, pintadas de colores extraordinarios como el azul característico de la casa del balcón, frente a la Plaza Bolívar, en la que creció Alejandro Otero en la que todos los detalles arquitectónicos estaban pintados de ese "azul mágico" y que según él mismo Otero decía "me llenaba el alma de alegría. Las calles, vías empedradas en las que de día transitaban enormes carretas cargadas de balatá, de donde proviene el nombre de "Upata de los Carreros" como la bautizó Rómulo Gallegos durante su visita en busca de las musas que lo llevaron hasta Canaima. De noche esas mismas calles son escenario para toda suerte de aparecidos "la Sayona" que las recorre vestida toda de negro y lanzando alaridos, siempre a la misma hora hasta el día que llegó la electricidad. "El Chivato", mitad mono mitad chivo, mantiene a los niños en sus camas desde el ocaso hasta la aurora y El Toro, que vigila al valle desde el cerro más alto, baja en cierta época del año a recorrer la Calle Vargas en medio de la noche.
En esta atmósfera mágica en 1951 a dos cuadras de la Plaza Bolívar y de la Iglesia Parroquial comienza a levantarse un enorme adefesio de bloques de cemento y ladrillos, con techo de platabanda. La calmada vida pueblerina se vio interrumpida por los gritos del maestro de obra italiano contratado para dirigir el ejército de albañiles y carpinteros. Los tranquilos paisanos se alborotaron en frente de la estructura ... "A Manuelito no le prestó el viaje a esas tierras de Falcón". (...) "No es él, es esa mujer con la que se casó por allá" (...) ¿Dónde irán a poner los muebles, con ese palero en el medio? refiriéndose a los puntales que sostenían los tableros para la platabanda.
Un año después se levantaba en todo su esplendor la enorme casa de arcos, con patio central al que dan las habitaciones y el salón principal. Para celebrarlo sus dueños invitaron a una velada musical con recital de piano en la terraza, como las acostumbradas en el pueblo que mantenía el nombre de "Atenas del sur", con sus numerosos poetas y poetisas de nombres tan rimbombamtes como Clodoveo de Brindis Pérez, entre otros.
Es así como apareció en Upata la primera casa de platabanda. Nada de barro y paja, nada de tejas y caña brava, "alejando a toda suerte de plagas y alimañas" según palabras de su dueño. A casi 60 años de su construcción aún la encontramos en pie y habitada por sus dueños originales... sigue siendo un adefesio ahora rodeada de modernos edificios y a algunos se les ocurrió la loca idea de declararla patrimonio cultural. Aquí crecimos mis hermanos y yo, de aquí nos fuimos para siempre regresar; unos esporádicamente y otros a diario ¿será que en el jardín central nos enterraron el "maruto" costumbre arraigada en este pintoresco pueblo?
A quien se le ocurrió semejante idea? a Manuel y Toña Gruber, los mismos locos que recién casados cruzaron el país y se instalaron aquí, los mismos que disfrazaron de hawayana a su rubia hija que más parece una ninfa salida del bosque.