Permiso para la nostalgia

jueves, 27 de septiembre de 2007

El tiempo pasa y sin darnos cuenta, un día nos levantamos y la imagen reflejada en el espejo nos impacta, no es la misma de ayer... o será de la pasada semana, ...no la de hace ¿18 años? Pero, ¿cómo pudo pasar tanto tiempo?
La mente viaja, y de pronto se detiene y aflora la nostalgia por aquellos años en los que las preocupaciones se limitaban a tareas escolares, uniformes impecables y hacer felices a tres hermosas criaturas.
El tiempo no era problema para una madre a tiempo completo, el detalle estaba en que emplearlo, hasta la arqueología estaba permitida.
Si, arqueología.
Vivir en lo que fue parte de las Misiones del Caroní permite de alguna manera este tipo de extravagancias y un buen día cargados de picos, palas y sacos, y acompañados, claro está por los tres ¡querubines! con sus respectivos morrales llenos de galletas, jugos y refrescos, mi hermano y yo salimos en busca de unas ruinas Capuchinas.
Luego de una semana de arduo trabajo de excavación el resultado fue: un regaño descomunal del abuelo, por haber puesto en peligro a sus inocentes nietos, que dicho sea de paso, disfrutaron la aventura más que nadie; un hueco, tan grande, que se requirió de un tractor para taparlo y un esposo decidido a poner fin a tanta locura, por lo que muerto de las risas por los resultados de la fracasada expedición, tomó nuevamente el control de la situación.
Como extraño la ingenuidad y el desparpajo de esos niños que disfrutaron el hecho de crecer en una comunidad segura, en la que podían jugar a sus anchas, sintiéndose cuidados por todos.
Marie mas extrovertida que sus hermanos, siempre fue el centro de atención, dulce, linda y simpática, siempre dispuesta a brindarle café a vigilantes, jardineros, heladeros y a todo el que se le ocurriera.
Marcado está en nuestra memoria, el día que sentados a la mesa a la hora del almuerzo, el nene gritó a sus hermanas:
-"Alto, no se coman los vegetales".
¿Por qué? -preguntamos.
Mamá, esto tiene "patozoides" y la maestra dijo que de allí vienen los niños.
Desde ese día así se llama en casa a los frijoles germinados.
Esos recuerdos se mezclan y me permiten evaluar la situación actual.
Ahora ellos crecieron y nosotros somos simples espectadores de sus aciertos y apoyo en los momentos difíciles.
Nuestras preocupaciones deberían ser menores, pero en algún momento, casi sin notarlo, las cosas comenzaron a cambiar, allí estaban las señales, pero la cotidianidad y la costumbre no nos permitió ver lo evidente. El país cambió y nos fuimos acomodando para adaptarnos. Ahora es evidente y todos tenemos algo que perder, llegó el momento de enfrentarlo, cada quien desde su espacio.
No es justo que por desidia o por comodidad permitamos que ocurra lo que muchos en voz baja comentan y esperan que otros resuelvan por ellos.
Nuestros hijos, nietos y los que aún no nacen tienen el mismo derecho que nosotros, los que nacimos en este paréntesis de calma que va de 1958 hasta hace pocos años atrás, de levantarse un día y frente al espejo sentir nostalgia por tiempos mejores

3 comentarios:

JC de Wekker dijo...

Marie que bonito esta este post, tienes toda la razón en lo que dices, y es por ellos nuestros hijos que uno hace los mayores sacrificios.

Casi me orino con los patoziodes

Un abrazo!!!!

El Trimardito dijo...

Hola Marie,
bueno casi siempre nos llenamos de nostalgia, sobre todo si estamos lejos de nuestro seres queridos, o los recuerdos nos invaden.

Saludos!!

Unknown dijo...

Que cosas trae la nostalgia. Circunstancias bien vividas en libertad, era tan cotidiana que se nos fue de las manos... Seguimos apostando para recuperarla.
Buena prosa...!!! Salud.